martes, 20 de marzo de 2012

Pensamiento II

Estaba sentada en ese banco de madera blanca, envuelta en una manta de lana y miraba el horizonte de una manera asombrosa.
Las vistas eran increíbles el lago desplegaba todo su esplendor ante ella, la magnificencia del mundo parecía presentarse como un cuadro de Monet: la quietud del agua, sus colores vivos, las montañas escarpadas a lo lejos, los haces de luz entre los árboles y como esta llegaba totalmente taimada a sus pies.
Ella se sentía totalmente dichosa, llena de paz y de vida, su cuerpo lo sentía como una prolongación de su alma, en armonía con todo, como cada elemento del paisaje, con cada momento especial. Sonrió de felicidad y sus ojos azules se abrieron cada vez más confundiéndose con el azul del intenso cielo. Con la respiración llegaba a sus pulmones lo profundo de la tierra, inspiraba vida, se sentía plena, entonces se agitó violentamente y el paisaje se convirtió en un torbellino hasta que por fin abrió sus inmensos ojos azules de nuevo, estaba sudando y respirando entrecortadamente: un sueño, otro sueño feliz y maravilloso, la grandeza de una vida que nunca será suya, y el pensamiento de un saber lejano y dichoso.








Sueña, no importa qué, retén esos pensamientos que alguna vez puedan suceder, aunque nunca lleguen, porque la esperanza de algo mejor siempre permanecerá en nosotros.

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